Carnaval de Río de Janeiro


El carnaval de Brasil, se celebra anualmente 40 días antes de la Pascua y marca el comienzo de la Cuaresma. Es uno de los carnavales más visitados y conocidos del mundo. En Río de Janeiro es famoso por las escuelas de samba que desfilan frente a los espectadores en el sambódromo. La ciudad completa se trastorna la segunda semana de febrero para celebrar el Carnaval. Se requiere hacer reservas con mucha anticipación y es común que los hoteles suban sus precios y ofrezcan la semana completa.

Cultura


La ciudad es famosa por las playas de Copacabana e Ipanema, por la estatua gigante de Cristo, el "Cristo Redentor" sobre el Cerro del Corcovado, por la celebración anual del Carnaval, y por la montaña monolítica conocida como Pan de Azúcar. El nombre de esta montaña ha sido traducido erróneamente en varios idiomas como "pan de azúcar", cuando realmente no se refiere a ningún tipo de pan, sino, según una versión del historiador Vieira Fazenda, a los bloques de azúcar de forma cónica que se preparaban para su exportación en el siglo XVI. El equivalente más correcto de Pāo de Açúcar, sería entonces "piloncillo" (en México), o "panela" (en Colombia) y "papelón" (en Venezuela), aunque es tradicionalmente conocido en español y otros idiomas como Pan de Azúcar.

Rio de Janeiro es famosa también por sus características geográficas y urbanas, al estar construida en una zona poco propicia para el establecimiento de una metrópoli, pues es una zona muy reducida, limitada por el oceáno y por la sierra, lo que hace que a veces el ancho de la ciudad se reduzca a menos de diez cuadras. La ciudad tiene una laguna, Rodrigo de Freitas, al norte de la playa de Leme. Estas características geográficas y geológicas requirieron un esfuerzo adicional de los urbanistas, que trazaron numerosos túneles y puentes para hacer posible el tráfico rodado entre las distintas áreas de la ciudad. Destaca el trabajo del urbanista y paisajista brasileño Roberto Burle Marx, cuyo trabajo más famoso es, probablemente, el diseño ondeado en blanco y negro que hay en las calzadas de la avenida Atlántica, el cual se ha convertido en logotipo de la ciudad. Burle Marx además participó en el diseño y construcción del Aterro do Flamengo, donde fueron ganados al mar 1.200.000 metros cuadrados, en lo que se convertiría en parque público a orillas del mar, junto a la playa de Flamengo, en el barrio del mismo nombre.

Según el IBGE en 2005 la ciudad tenía 6.094.183 habitantes, pero considerando la Región Metropolitana de Río de Janeiro, el ascenso poblacional llegaba a los 11.351.937 millones de habitantes con una superficie total de 4.659 km², convirtiéndola en la segunda metrópolis más poblada de Brasil y la cuarta de América Latina. Más allá de sus atractivos turísticos, es también un gran centro de comercio, servicios e industrias, y tiene dos importantes puertos para exportaciones e importaciones: el puerto de Rio de Janeiro, que se ubica en la bahía de Guanabara, al este de la ciudad, y el puerto de Sepetiba que se ubica en la bahía de Sepetiba, al oeste de la misma. Es servida por dos aeropuertos: el Aeropuerto Santos Dumont (código IATA SDU), que concentra vuelos domésticos y hacia el mercosur; y el Aeropuerto Internacional Antonio Carlos Jobim (conocido como Galeāo, código IATA GIG), situado en la Isla del Gobernador.

En la otra margen de la Bahía de Guanabara se sitúa la ciudad de Niterói. Aunque oficialmente sea una ciudad propia, Niterói es considerada como si fuera un barrio de Rio de Janeiro.

Economía


Río de Janeiro se convirtió en un sitio atractivo para situarse las empresas cuando era la capital de Brasil, debido a que importantes sectores de la sociedad y del gobierno estaban presentes en la ciudad. La ciudad fue elegida como sede central de varias compañías estatales como Petrobras, Caixa Económica Federal y Vale do Rio Doce. Tras el traslado de la capital a Brasilia en 1960, siguió atrayendo más compañías, especialmente tras el descubrimiento de petróleo en Campos Basin, región que produce la mayor parte de la producción de petróleo de Brasil. Esto supuso que muchas compañías petrolíferas y gasísticas se asentaran en Río de Janeiro, como las filiales brasileñas de Shell, EBX y Esso, así como la estatal Petrobras. La sede del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social también se encuentra en la ciudad. También es la sede de compañías de telecomunicaciones, como Intelig, Oi y Embratel.

La ciudad se encuentra en la segunda posición en el indicador de producción industrial del país y es un centro financiero y de servicios importante. La industria de la ciudad produce comida procesada, productos químicos, derivados del petróleo, farmacéuticos, metalúrgicos, textiles, barcos (en los astilleros) y muebles. Sin embargo, el sector servicios domina la economía. El segundo mercado de valores más activo de Brasil también se encuentra en Río, la Bolsa da Valores do Brasil. Las mayores empresas farmacéuticas internacionales tienen su sede brasileña en Río, como Merck, Roche, Arrow, Darrow, Baxter, Mayne y Mappel.

El turismo y el entretenimiento son otros dos aspectos claves de la vida económica de la ciudad; es la mayor atracción turística del país, tanto para brasileños como para extranjeros. La mayoría de las compañías de entretenimiento tienen base en Río de Janeiro, como TV Globo (Globosat, Globo News, SportTv, Telecine, Tv Brazil), NET, SKY y WayBrazil, y también algunos de los periódicos brasileños más importantes, como Jornal do Brasil, O Globo, O Dia y Business Rio.

Ubicación


Río de Janeiro ocupa la margen occidental de la Bahía de Guanabara, que abarca el terreno existente entre Copacabana e Itaipu, y alguna de sus islas, como Governador y Paquetá. Se asienta sobre un terreno llano, rodeada de montañas y colinas. La Sierra del Mar, en el borde atlántico de la planicie, se encuentra al noroeste de la ciudad, a unos 40 km de la costa. La ciudad ocupa un área de 1182,3 km², lo que supone una densidad de población de 4781 hab/km².

Demografía


Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, a finales de 2007 residían en la región metropolitana de la ciudad 11.714.000 personas, lo que suponía una densidad de 4781 hab/km². El 53,6% de la población es de raza blanca, el 33,6% son mulatos, el 12,3% son de raza negra y el 0,5% son asiáticos o amerindios. Diferentes grupos étnicos contribuyeron a la formación de la población de Río de Janeiro. Antes de la colonización europea, había por lo menos 7 diferentes grupos indígenas que hablaban 20 lenguas. Al llegar los europeos, parte de los nativos se sumaron al portugués y los demás al francés. Aquellos que se sumaron al francés fueron exterminados por los portugueses, mientras que los demás fueron asimilados.

Río de Janeiro es la mayor concentración de población portuguesa fuera de Lisboa. La comunidad portuguesa (la más antigua de la ciudad) ha dejado un destacado legado desde el siglo XVI. Tras la independencia, la ciudad quedó como puerto de entrada para cientos de inmigrantes portugueses, principalmente en las primeras décadas del siglo XX. La mayoría fueron campesinos pobres quienes, más adelante, encontraron prosperidad como pequeños comerciantes. Más allá de la influencia étnica, los portugueses dejaron su arquitectura y su acento a los habitantes de Río, que suena más portugués que en el resto de Brasil.

La comunidad negra, cuyos antecesores fueron vendidos como esclavos, tuvieron un gran impacto en la composición de la población de la ciudad. Hoy en día, casi la mitad de la población tiene ascendencia negra. La mayor parte de los esclavos de Río fueron llevados desde Angola o Mozambique.

Como resultado de la diversidad de inmigrantes que llegaron a Brasil entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, uno puede encontrar en Río de Janeiro muchos judíos, árabes de origen libanés y sirio, italianos, españoles, alemanes y gente de otras partes de Brasil.

Historia


El 20 de enero de 1502 fue alcanzado la Bahía de Guanabara por los exploradores portugueses en una expedición encabezada por el explorador portugués Gaspar de Lemos. La presencia europea en la zona comenzó poco después. En 1519 cuando Fernando de Magallanes atracó sus buques en la bahía, contrabandistas franceses ya utilizaban la bahía como un puesto para el contrabando de palo brasil. Cuando el oficial naval francés Nicolas Durand de Villegaignon llegó en 1555 con una flota de dos buques y 600 soldados y colonos, fundó el primer asentamiento europeo permanente en la zona. La colonia fue denominado "Francia Antarctique". Los colonos consistían principalmente de hugonotes franceses y calvinistas suizos.

La ciudad fue fundada el 1 de marzo de 1565, por el militar portugués Estácio de Sá, con el nombre de São Sebastião do Rio de Janeiro (San Sebastián de Río de enero), en honor de San Sebastián (que murió el 20 de enero). Durante siglos, la asentamiento se llamó São Sebastião, en lugar de la popular actualmente segunda mitad de su nombre. La ciudad fue fundada como una base desde la cual invadir el asentamiento francés, que finalmente se logró en 1567 y los franceses fueron expulsados.

A fines del siglo XVI, Río era un lugar estratégico en el Atlántico para el tránsito de buques entre Brasil, las colonias de África y Europa. Se construyeron fortalezas y se formó una alianza con las tribus nativas cercanas para la defensa de la ciudad. La caña de azúcar fue la primera industria en la zona. En primer lugar se utilizaban nativos, pero más tarde los esclavos de África fueron utilizados para estos trabajos manuales.

Hasta comienzos en el siglo XVII, la ciudad se vio amenazada o invadida por en su piratas y bucaneros franceses, como Jean-François Duclerc y René Duguay-Trouin. Después de 1720, cuando los portugueses encontraron oro y diamantes en la vecina capitanía de Minas Gerais, Río de Janeiro pasó a ser mucho más útil que Salvador de Bahía como puerto para exportar la riqueza, ya que esta estaba mucho más al norte. En 1763, la administración colonial portuguesa en América se trasladó a Río. La ciudad continuo siendo principalmente la capital colonial hasta 1808, cuando la familia real portuguesa y la mayoría de los asociados nobles de Lisboa, que huían de la invasión napoleónica de Portugal, se trasladaron a Río de Janeiro. La capital del reino fue trasladada a la ciudad, que, por lo tanto, se convirtió en la única capital europea fuera de Europa.

Cuando el príncipe Pedro I proclamó la independencia de Brasil en 1822, decidió mantener a Río de Janeiro como capital de su nuevo imperio. Río siguió como capital de Brasil después de 1889, cuando la monarquía fue reemplazada por una república, hasta 1960, cuando la sede del gobierno federal fue transferida a Brasilia. Entre 1808 y 1815 fue la capital de facto del Reino do Portugal e dos Algarves, como era oficialmente designado Portugal en la época. Entre 1815 y abril de 1821, fue la capital del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve ante la incorporación de Brasil como parte integrante del Reino.

En agosto de 1834, fue separada del resto de la provincia de Río de Janeiro (actualmente estado), transformándose en Municipio Neutral. En 1992, la ciudad fue sede de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CNUCED), más conocida como Rio-92. Fue la primera reunión internacional de peso desde el fin de la Guerra Fría y contó con la presencia de delegaciones de 175 países.

Río de Janeiro


Río de Janeiro (denominación completa: São Sebastião do Rio de Janeiro, significado aproximado en lengua castellana: San Sebastián del Río de Enero, comúnmente conocida como Río) es la capital del estado homónimo, la segunda ciudad más grande y poblada de Brasil tras São Paulo y también de una de las más importantes ciudades en Brasil y más bella ciudad del mundo, se la apoda A cidade maravilhosa ("la ciudad maravillosa"). A las personas nacidas en Río de Janeiro se aplica el gentilicio de cariocas o fluminense. Fue la capital de Brasil desde 1763 hasta 1822, mientras Brasil fue una colonia portuguesa, y luego hasta 1960 como una nación independiente, cuando la capitalidad del país se movió a la recién construida Brasilia.

Es famosa por sus entornos naturales, por sus prestigiosas celebraciones de carnaval, por la samba y otra música, por sus playas turísticas llenas de hoteles (como Copacabana e Ipanema). Algunos puntos de interés aparte de las playas son la estatua gigante de Jesús, conocida como el Cristo Redentor, situada en la cima del cerro del Corcovado; el pico Pan de Azúcar, con su teleférico; el Sambódromo, una gran avenida utilizada durante el carnaval; y el estadio de fútbol de Maracaná, uno de los más grande del mundo.

Gobierno Musulmán


Lisboa fue tomada por los árabes aproximadamente en el 711 (recibió el nombre al-ʾIšbūnah en árabe الأشبونة), bajo cuyo gobierno la ciudad floreció. Los musulmanes, procedentes del norte de África y Oriente Próximo, construyeron varias mezquitas, casas y los muros de la ciudad, que actualmente se llama Cerca Moura. La ciudad mantuvo una población diversa entre la que se encontraban cristianos, bereberes, árabes, judíos y Saqalibas.

El árabe se impuso como idioma oficial. El mozárabe era la lengua materna que hablaba la población cristiana. El Islam era la religión oficial, practicada por los árabes y los muladís, los cristianos y judíos podían mantener sus creencias, en calidad de Dhimmis, y previo pago del Jizyah.

La influencia musulmana todavía puede ser observada en el Alfama, la parte vieja de la ciudad que resistió al terremoto. Algunos nombres derivan del árabe; la Alfama, el distrito más antiguo de Lisboa, deriva del árabe al-hamma.

En 844, los vikingos atacan Lisboa con 54 bajeles y la saquearon durante 13 días antes de ser expulsados. Hubo otra invasión vikinga en 966. Por un breve periodo de tiempo, durante el periodo Taifa, Lisboa pertenecía a la Taifa de Badajoz, mientras se mantuvo bajo el poder de Sabur al-Saqlabi.

Un primer intento de los portugueses de tomar la ciudad fracasó en 1137. En 1147, como parte de la Reconquista, un grupo de caballeros franceses, ingleses, alemanes, y portugueses, liderados por Alfonso, asediaron y conquistaron Lisboa, pasando a manos cristianas.

La reconquista de Portugal y el restablecimiento del Cristianismo es uno de los eventos más significativos de la historia lisboeta; aunque se sabe que había un obispo mozárabe en la ciudad que fue asesinado por los cruzados y que la población estaba rezando a la Virgen cuando les atacaba una plaga. El árabe perdió su estatus de oficialidad y poco a poco fue dejado de usarse en la vida cotidiana. La población musulmana que quedó se convirtió al Catolicismo o fueron expulsados, mientras que las mezquitas se transformaron en iglesias.

Del Imperio Romano hasta la conquista árabe


Durante las Guerras Púnicas, después de la muerte de Aníbal Barca (cuyas tropas incluían a miembros de la tribu de los Conii), los romanos decidieron arrebatar a Cartago su posesión más valiosa, Hispania (nombre dado por los romanos a la Península Ibérica). Tras la derrota de los cartaginenses a manos de Escipión el Africano en Hispania oriental, la pacificación del oeste la llevó a cabo el cónsul Décimo Junio Bruto Galaico. Él firmó un acuerdo con Olissipo para que ésta enviara a sus súbditos a luchar junto con las legiones romanas contra las tribus célticas del noroeste. Como compensación, Olissipo se integró en el imperio con el nombre de Felicitas Julia, constituyendo un Municipium Cives Romanorum. Se garantizó el autogobierno en un territorio de 50 kilómetros alrededor de la ciudad, estaban exentos de impuestos y sus ciudadanos tenían los privilegios de los ciudadanos romanos. La zona pasó a constituir la provincia de Lusitania con capital en Emerita Augusta. Los ataques de los lusitanos a la ciudad durante las frecuentes rebeliones debilitaron la ciudad y hubo que construir un muro.

Durante el reinado de César Augusto, los romanos construyeron un gran teatro; unas termas situadas en la actual Rua da Prata; Los templos de Júpiter, mitología, Cibeles, Tetis y Idae Phrygiae (un culto poco común procedente de Asia Menor), a parte de templos en honor al emperador; una gran necrópolis bajo la actual plaza de Figueira; un foro y otros edificios como la ínsulae, una zona de viviendas entre la actual colina del castillo y el centro de la ciudad. Muchas de estas ruinas fueron desenterradas a mediados del siglo XVIII, cuando el descubrimiento de Pompeya desató una ola de furor arqueológico en las clases altas europeas.

Económicamente Olissipo era conocida por su garum, una especie de salsa de pescado afrodisíaca muy valorada entre las élites del imperio, que se exportaba en ánforas hasta Roma y otras ciudades. Vino, sal y sus famosos caballos eran otros elementos de exportación. La ciudad prosperó cuando se terminó con la piratería y llegaron avances tecnológicos, que permitieron la expansión del comercio con las nuevas provincias romanas de Britania (especialmente Cornwall y el Rin y a través de la civilización que vivía a orillas del Tajo. La ciudad era gobernada por una oligarquía dominada por dos familias, los Julii y los Cassiae. Hay constancias de peticiones hechas al gobernador de la provincia en Mérida y al emperador Tiberio, como una en la que solicitaban auxilio para terminar con los monstruos marinos que atacaban a los barcos. El romano lisboeta más famoso fue Sertorio que llevó a cabo una rebelión contra el dictador Sila. Junto con la mayoría de hablantes de Latín existían minorías de comerciantes griegos y esclavos. La ciudad estaba conectada por calzadas romanas a otras dos ciudades, Bracara Augusta en la provincia Tarraconense (actualmente la ciudad portuguesa de Braga) y Emerita Augusta (actualmente Mérida)

Del Neolítico hasta el Imperio Romano


Durante el neolítico, la región estaba habitada por el sustrato de población preindoeuropea que se viene en denominar preíbero. Como en otros puntos de la Europa atlántica, se construyeron monumentos religiosos llamados megalitos, dólmenes y menhires que aún se pueden observar en los alrededores de la ciudad. Pueblos celtas entraron en contacto con el sustrato anterior y se asentaron en la zona antes del primer milenio antes de Cristo, surgiendo tribus de habla céltica como los conii y los Cempsii.

Descubrimientos arqueológicos han demostrado que en el lugar donde actualmente se encuentra Lisboa existía un puesto comercial fenicio, desde el 1200 a. C., que ocupaba el centro de la ciudad, en la ladera sur de la colina del castillo. El magnífico puerto natural que creaba en estuario del río Tajo lo convirtió en el punto ideal para crear un asentamiento que proveyera de comida a los barcos fenicios que se encontraban en ruta comercial hacia las islas del Estaño (actualmente Islas Sorlingas y Cornualles). La nueva ciudad debió haberse llamado Allis Ubbo o puerto seguro en fenicio, según una de las diversas teorías que hay sobre el origen del nombre. Otra teoría dice que la ciudad toma su nombre del nombre prerromano del río Tajo, Lisso o Lucio. Aparte de para navegar hacia el norte, los fenicios también aprovecharon la situación de la nueva colonia en la boca del río más grande de la península ibérica para comerciar con las tribus del interior de las que obtenían metales preciosos. Otro importante producto local era la sal, el pescado salado y los mundialmente famosos caballos lusitanos. Recientemente han sido encontrados restos fenicios del siglo VIII a. C. bajo la Catedral medieval de la ciudad.

Los griegos conocían Lisboa como Olissipo y "Olissipona", nombre que pensaban que derivaba de Ulises, que para los romanos era Odiseo, debido a que esta fue la ciudad que, según la mitología, creó Ulises tras huir de Troya y antes de partir hacia el atlántico huyendo de la Coalición Griega. Así lo recoge también Luís de Camões en Os Lusíadas (1572), la epopeya nacional de los portugueses. Más tarde, el nombre degeneró en el latín vulgar Olissipona.

La Séptima Coalición


La Séptima Coalición (1815) unió a Reino Unido, Rusia, Prusia, Suecia, Austria, los Países Bajos y cierto número de estados alemanes contra Francia.

El periodo conocido como los Cien Días comenzó cuando Napoleón abandonó Elba y desembarcó en Cannes, el 1 de marzo de 1815. A medida que se trasladaba hacia París, fue recabando apoyos por donde pasaba, y finalmente derrocó al recién restaurado Luis XVIII. Los aliados prepararon de inmediato sus ejércitos para enfrentarse a él de nuevo. Napoleón alistó a 280.000 hombres, divididos en muchos ejércitos. Antes de su llegada había un ejército de 90.000 hombres, y consiguió reunir a más de un cuarto de millón, veteranos de pasadas campañas, y promulgó un decreto para movilizar alrededor de 2,5 millones de hombres en el ejército francés.

Esto fue lo que dispuso frente a un ejército aliado inicial de alrededor de 700.000 soldados, aunque los planes de campaña aliados tenían previsto el refuerzo de un millón de efectivos en las tropas fronterizas, apoyadas por unos 200.000 soldados de guarnición, logística y personal auxiliar. Se pretendía que esta fuerza sobrepasara abrumadoramente al numéricamente inferior ejército imperial francés, el cual nunca llegó a aproximarse ni de lejos al número de efectivos de 2,5 millones pretendido por Napoleón.

Napoleón condujo a unos 124.000 hombres del ejército al norte en una maniobra preventiva para atacar a los aliados en Bélgica. Su intención era atacar a los ejércitos aliados antes de que llegaran a unirse, con la esperanza de echar a los ingleses al mar y echar a los prusianos de la guerra. Su marcha a la frontera tuvo el efecto sorpresa que había esperado. Forzó a los prusianos a luchar en la Batalla de Ligny el 16 de junio, derrotándolos y haciéndoles retroceder en una desordenada desbandada. Ese mismo día, el ala izquierda del ejército, bajo el mando del mariscal Michel Ney, detuvo con éxito a todas las fuerzas que Wellington enviaba en ayuda del comandante prusiano Blücher, con una acción de bloqueo en la Batalla de Quatre Bras. Sin embargo, Ney no pudo despejar los cruces, y Wellington reforzó su posición. Con los prusianos en retirada, Wellington se vio forzado a retirarse también. Se reagrupó en una posición que había reconocido previamente en una ladera del monte Saint Jean, a pocas millas al sur de la villa de Waterloo (Bélgica), en Bélgica. Napoleón llevó sus reservas al norte, y reunió a sus fuerzas con las de Ney para perseguir al ejército de Wellington, pero no sin antes ordenar al mariscal Grouchy que se desviara al ala derecha y detuviera la reorganización del ejército prusiano. Grouchy falló en este empeño, porque aunque venció a la retaguardia prusiana bajo el mando del Teniente General von Thielmann en la Batalla de Wavre (del 18 de junio al 19 de junio), el resto del ejército prusiano marchó bajo el sonido de los cañones en Waterloo.

El principio de la Batalla de Waterloo, en la mañana del 18 de junio de 1815, se retrasó durante muchas horas, ya que Napoleón estaba esperando que el suelo se secara tras la lluvia de la noche anterior. A últimas horas de la tarde, el ejército francés no había podido expulsar a las tropas de Wellington de la ladera escarpada donde estaban. Cuando llegaron los prusianos y atacaron el flanco derecho francés en número cada vez mayor, la estrategia de Napoleón de mantener a los aliados divididos había fallado, y su ejército se encontró en una confusa retirada, empujado por un avance combinado de los aliados.

Grouchy se redimió en parte al organizar con éxito una retirada en orden hacia París, donde el mariscal Davout tenía 117.000 hombres preparados para hacer retroceder a los 116.000 hombres de Blücher y Wellington. Esto hubiera sido militarmente posible, pero fue la política finalmente la que precipitó la caída del Emperador.

Al llegar a París, tres días después de Waterloo, Napoleón todavía se aferraba a la esperanza de la resistencia nacional, pero los cargos políticos, y el público en general, le había retirado su apoyo. Napoleón fue forzado a abdicar de nuevo el 22 de junio de 1815. Los aliados le exiliaron entonces a la remota isla de Santa Helena, en el Atlántico Sur.

Las Guerras Napoleónicas tuvieron tres grandes repercusiones sobre el continente Europeo:

* En muchos países de Europa, la importación de los idealismos de la Revolución Francesa (democracia, procesos justos en los tribunales, abolición de los derechos privilegiados, etc) dejaron un profundo impacto. A pesar de que las reglas de Napoleón eran autoritarias, eran ciertamente menos arbitrarias y autoritarias que las de los monarcas anteriores (o que las de los jacobinos y el régimen del Directorio durante la Revolución). Los monarcas europeos encontraron serias dificultades para reponer el absolutismo pre-revolucionario, y se vieron forzados en muchos casos a mantener algunas de las reformas inducidas por la ocupación. El legado institucional ha permanecido hasta hoy. Muchos países europeos tienen un sistema de leyes civiles, con un código legal claramente influido por el código napoleónico.
* Francia no volvió a ser una potencia dominante en Europa, como lo había sido desde los tiempos de Luis XIV.
* Se desató un nuevo y potencialmente poderoso movimiento: el nacionalismo. El nacionalismo va a cambiar el curso de la historia de Europa para siempre. Fue la fuerza que empujó el nacimiento de algunas naciones y el fin de otras. El mapa de Europa tuvo que ser redibujado en los siguientes cien años tras las Guerras Napoleónicas sin basarse en las normas de la aristocracia, sino en las bases de la cultura, el origen y la ideología de las gentes.
* Gran Bretaña se convirtió en la potencia hegemónica indiscutible en todo el globo, tanto en tierra como en el mar. La ocupación de los Países Bajos por Francia al comienzo de las guerras le sirvió de pretexto, así mismo, para tomar una a una las colonias holandesas en ultramar, quedándose con aquellas de mayor valor estratégico como Ceilán, Malaca, Sudáfrica y Guyana al final de la contienda.
* La guerra en la Península Ibérica dejó completamente destrozada a España, así como su armada y ejército. Esta situación fue aprovechada por los grupos independentistas de sus colonias americanas para sublevarse contra la metrópoli, influidos por los ideales de las revoluciones americana y francesa. Para 1825, toda la antigua América española, con la excepción de Cuba y Puerto Rico, se había convertido en repúblicas independientes o había pasado a formar parte de Estados Unidos (Florida, Luisiana), Gran Bretaña (Trinidad) o Haití (Santo Domingo).

Por sobre todo, se forjó un nuevo concepto mundial de Europa. Bonaparte mencionó en muchas ocasiones su intención de moldear un estado europeo único y, a pesar de su trágico fracaso, este internacionalismo volvería a surgir al transcurrir 150 años, cuando se redescubrió la identidad europea luego de la Segunda Guerra Mundial.

La Sexta Coalición


La Sexta Coalición (1812-1814) consistió en la alianza del Reino Unido, Rusia, Prusia, Suecia, Austria y cierto número de estados alemanes contra Francia.

En 1812, Napoleón invadió Rusia para obligar al Emperador Alejandro I de Rusia a permanecer en el Bloqueo Continental y eliminar el peligro inminente de una invasión rusa de Polonia. La Grande Armée, 650.000 hombres (270.000 franceses y muchos soldados de países aliados o súbditos), cruzaron el río Niemen el 23 de junio de 1812. Rusia proclamó la Guerra Patriótica, mientras Napoleón proclamaba una Segunda Guerra Polaca, pero en contra de las expectativas de los polacos, que suministraron casi 100.000 soldados para la fuerza invasora, Napoleón evitó dar concesión alguna a Polonia, teniendo en mente las posteriores negociaciones con Rusia. Rusia mantuvo la táctica de retirarse, dejando tras de si la tierra quemada. Los rusos se detuvieron y lucharon en la Batalla de Borodino, el 7 de septiembre, que aunque fue muy sangrienta, forzó a los rusos a retirarse y dejar expedito el camino hacia Moscú. Sobre el 14 de septiembre, Moscú era capturada y saqueada. Alejandro I rehusó capitular. Sin un signo claro de victoria a la vista, Napoleón se vio forzado a retirarse de Moscú después de que el gobernador, príncipe Rostopchin, ordenara el incendio total de la ciudad. Así comenzaba la desastrosa Gran Retirada, con 370.000 bajas y 200.000 prisioneros. En noviembre, sólo quedaban 27.000 soldados para cruzar el río Berezina. Napoleón dejó a su ejército para volver a París y preparar la defensa de Polonia del avance ruso. La situación no era tan desesperada como podría parecer al principio. Los rusos habían perdido 400.000 hombres, y su ejército estaba igualmente agotado. Sin embargo tenían la ventaja de unas líneas de suministro más cortas y podían renovar sus tropas con mayor rapidez que los franceses.

Al mismo tiempo, en la guerra española, en la Batalla de Vitoria (21 de junio de 1813), la ocupación francesa de España se acabó definitivamente por la victoria de Sir Arthur Wellesley sobre José Bonaparte, y los franceses se vieron forzados a abandonar España cruzando los Pirineos.

Viendo una oportunidad en esta histórica derrota de Napoleón, Prusia volvió a la guerra, Napoleón creyó que podría crear un nuevo ejército tan grande como el que había enviado a Rusia, y reforzó rápidamente sus fuerzas en el este de 30.000 a 130.000 hombres, que posteriormente llegaron a los 400.000. Napoleón infligió 40.000 bajas en las fuerzas aliadas en la Batalla de Lützen (2 de mayo de 1813), y en la Batalla de Bautzen (20 de mayo al 21 de mayo). Ambas batallas enfrentaron a un total de 250.000 hombres, convirtiéndose en las mayores batallas de todas las guerras.

El armisticio se declaró el 4 de junio y continuó hasta el 13 de agosto, tiempo durante el cual ambas partes trataron de recuperar el cuarto de millón de bajas que aproximadamente tuvieron desde abril. También en este periodo los aliados negociaron para llevar a Austria a un enfrentamiento abierto con Francia. Se formaron dos ejércitos austriacos que tenían alrededor de 800.000 tropas fronterizas en el frente alemán, con una reserva estratégica de 350.000, formada para apoyar las operaciones fronterizas.

Napoleón pudo llevar el grueso de las fuerzas imperiales en la región hasta alrededor de 650.000 hombres, aunque sólo 250.000 estaban bajo su mando directo, con otros 120.000 bajo el mando de Nicolas Charles Oudinot y 30.000 bajo el mando de Davout. La Confederación del Rin equipó a Napoleón con el grueso de las fuerzas restantes, siendo Sajonia y Baviera los principales cooperantes. Además, el reino de Nápoles de Murat en el sur y el reino de Italia de Eugene de Beauharnais tenían una fuerza combinada total de 100.000 hombres, y entre 150.000 y 200.000 tropas procedentes de España habían sido forzadas a retirarse por las fuerzas españolas y británicas que alcanzaban un número de alrededor de 150.000. Por lo tanto, 900.000 soldados franceses en total se opusieron en todos los frentes de batalla a alrededor de un millón de efectivos aliados (sin incluir las reservas estratégicas que se estaban formando en Alemania). Las apariencias, sin embargo, engañaban un poco ya que muchos de los soldados alemanes que luchaban en el bando francés no eran nada fiables, y siempre estaban dispuestos a desertar al bando aliado. Es razonable entonces decir que Napoleón no podía contar con más de 450.000 hombres en Alemania, lo cual significaba que a pesar de todos sus intentos y propósitos, era superado en una relación de dos sobre uno.

Tras el fin del armisticio, Napoleón parecía haber recuperado finalmente la iniciativa en Dresde, donde venció a un ejército aliado numéricamente superior, y le infligió enormes pérdidas, mientras los franceses habían sufrido relativamente pocas. Sin embargo, los fallos de sus mariscales y una falta de seguridad en el resto de la ofensiva por su parte les costó la ventaja parcial que esta significativa victoria les pudo haber asegurado.

En la Batalla de Leipzig en Sajonia (16 de octubre al 19 de octubre de 1813), también llamada «Batalla de las Naciones», 191.000 franceses lucharon contra más de 450.000 aliados, y los franceses fueron derrotados y forzados a retirarse a Francia. Napoleón luchó en una serie de batallas, incluyendo la Batalla de Arcis-sur-Aube, en Francia, pero poco a poco fue forzado a retroceder frente la superioridad de sus oponentes.

La Quinta Coalición


El alzamiento popular contra la invasión francesa el 2 de mayo de 1808 dio lugar a la Guerra de la Independencia Española, que finalizó en 1814 con la expulsión del trono de José Bonaparte y la restauración de la monarquía borbónica en la figura de Fernando VII.

La Quinta Coalición (1809) del Reino Unido y Austria contra Francia se formó mientras el Reino Unido se enfrentaba con Francia en la Guerra de la Independencia Española.

De nuevo, el Reino Unido se había quedado solo, lo que se debía en gran parte al hecho de que Gran Bretaña nunca había entrado en un conflicto a gran escala con Francia, al contrario que sus aliados continentales. La actividad militar británica se había reducido a una sucesión de pequeñas victorias en las colonias francesas y otras victorias navales en Copenhague (2 de septiembre de 1807). En tierra, sólo se intentó la desastrosa Expedición Walcheren (1809). La lucha se centró entonces en la guerra económica - Bloqueo Continental contra bloqueo naval. Ambos lados entraron en combate tratando de reforzar sus bloqueos; los ingleses combatieron a los Estados Unidos en la Guerra de 1812, y los franceses se enfrentaron en la Guerra de Independencia en España (1808-1814). El conflicto en la Península Ibérica comenzó cuando Portugal continuó comerciando con Inglaterra a pesar de las restricciones francesas. Cuando tropas españolas vencieron a los franceses en la batalla de Bailén, demostrando que una parte importante del pueblo español no quería mantener su alianza con Francia, las tropas francesas ocuparon gradualmente su territorio hasta entrar en Madrid, lo que propició la intervención inglesa.

Austria, previamente aliada de Francia, aprovechó la oportunidad de intentar recuperar su antiguo Imperio Alemán que había existido antes de Austerlitz. Inicialmente tuvieron éxito contra las débiles fuerzas del mariscal Davout. Napoleón había dejado a Davout con solamente 170.000 soldados para defender la frontera Occidental de Francia. Esta misma tarea se había llevado a cabo en los años 1790 por 800.000 soldados, y entonces tenían que defender un frente mucho menor.

Napoleón disfrutó de un fácil éxito en España, retomando Madrid y derrotando a españoles e ingleses, expulsando al ejército inglés de la península. El ataque de Austria cogió desprevenido a Napoleón, que estaba envuelto en victoriosas operaciones contra el Reino Unido. Esto hizo que abandonara la Península Ibérica y no volviera nunca más a ella. En su ausencia, y en ausencia de sus mejores oficiales (Davout permaneció en el este durante la guerra), la situación cambió, especialmente cuando llegó el general inglés Sir Arthur Wellesley como comandante de las fuerzas británicas.

Los austriacos se introdujeron en el Gran Ducado de Varsovia, pero fueron vencidos en la Batalla de Radzyn, el 19 de abril de 1809. El ejército polaco recuperó el territorio conocido como Galicia Occidental tras sus primeros éxitos.

Napoleón asumió el mando en el este y alentó al ejército para contraatacar en Austria. Una serie de batallas relativamente menores aseguraron la masiva Batalla de Aspern-Essling, la primera derrota táctica de Napoleón. El error del comandante austriaco, el Archiduque Carlos, al querer proseguir tras su pequeña victoria, permitió a Napoleón preparar un intento de sitiar Viena, cosa que hizo a primeros de julio. Venció a los Austriacos en la Batalla de Wagram, entre el 5 de julio y el 6 de julio. Durante esta batalla el mariscal Bernadotte fue desposeído de su título y ridiculizado por Napoleón frente a otros oficiales del Estado Mayor. A Bernadotte le ofrecieron entonces la corona de Príncipe de Suecia, que aceptó traicionando así a Napoleón. Posteriormente, Bernadotte participaría activamente en las guerras contra su antiguo emperador.

La guerra de la Quinta Coalición terminó con el Tratado de Schönbrunn, el 14 de octubre de 1809.

En 1810, el Imperio Francés alcanzó su máxima extensión. Napoleón se casó con la archiduquesa Marie-Louise, hija del emperador de Austria, con el fin de asegurar una alianza estable con Austria y proporcionar al Emperador un heredero, algo que su primera esposa, Josefina, no había podido darle. Además del Imperio Francés, Napoleón controlaba la Confederación Suiza, La Confederación del Rin, el Gran Ducado de Varsovia y el Reino de Italia. Los territorios aliados incluían: el Reino de España (José Bonaparte), el reino de Westfalia (Jerónimo Bonaparte), el reino de Nápoles (Joachim Murat, hermano adoptivo), el principado de Lucca y Piombino (Félix Bacciocchi, hermano adoptivo), y sus antiguos enemigos, Prusia y Austria.